En el 2018 yo tenía, en teoría, todo lo que se supone que una mujer soltera de 30 años debía tener: un buen trabajo como maestra en una escuela internacional en Colombia, estabilidad financiera, amistades genuinas y la capacidad de viajar y explorar con ellas por veranos enteros. Pero algo dentro de mí no estaba bien.
Me despertaba de madrugada y me costaba volver a dormir. Pasaba horas en la oscuridad con el corazón acelerado, la mente dando vueltas. Vomitaba sin razón antes de ir al trabajo. Mi cuerpo me gritaba, y mi manera de escucharlo era ir a otra clase de yoga que, aunque ayudaba, no era suficiente. Y aunque hoy sé que era ansiedad, que lo que me levantaba de noche era un ataque de pánico, en ese momento no tenía nombre. Solo sabía que no quería seguir viviendo así.
En medio de todo eso, decidí parar.
Decidí dejarlo todo y tomar un año para mí.
En ese momento no tenía hijos, ni deudas, ni casa propia, ni responsabilidades que me ataran. Además, tenía suficiente ahorrado para sobrevivir 6 meses sin plan b. It was now or never.
Agradezco tanto esa versión de Andrea que confió en que se iba a encontrar algo mejor.
Encontré el breathwork.
La primera vez que hice breathwork fue en una práctica guiada por audio que mi amiga y, ahora colega, me envió. La paz fue tan inesperada, tan pura, que lloré. Siempre se me había hecho bien difícil concentrarme en la respiración que hacía en la clase de yoga, pero con breathwork, por fin algo en mí se calmó.
No era una solución, pero sí fue un punto de partida.
Un puente.
Seguí practicando.
Un respiro a la vez.
Y con el tiempo, mi cuerpo empezó a confiar en mí.
Aprendí a calmarme.
A escucharme.
A volver a mi cuerpo.
A sentirme yo, incluso cuando todo a mi alrededor parecía estar en caos.
¿Por qué este espacio?
Porque han pasado seis años desde esa primera respiración consiente y siete desde que decidí que había otra solución.
Y aunque han sucedido mil vidas desde entonces —una pandemia, nuevos países, nuevos comienzos, nuevas maneras de relacionarme con el cansancio— sigo volviendo a esa pregunta:
Si no es ahora, ¿cuándo?
Hoy, más que nunca, siento el deseo de reconectar con la curiosidad que me impulsó aquel entonces.
Y últimamente, la escritura ha sido un complemento de la respiración y otra herramienta para reencontrarme.
Este espacio nace de ahí.
De los viajes.
De los cientos de journals que tengo que ni yo misma releo.
De los saltos que tomamos sin saber a donde vamos a caer.
De la necesidad de compartir lo que he vivido, lo que practico, y lo que sigo aprendiendo mientras acompaño ahora a otras mujeres en su camino de regreso a sí mismas.
Del respiro.
Y si, también sale da la frustración con algoritmos que te obligan a seguir trends que no aportan.
Aquí vas a encontrar:
Reflexiones entre cambios, entre viajes
Prácticas de respiración para el día a día
Palabras que inviten a pausar, sentir y recordar quién eres
Recursos, historias, ideas y espacios para respirar juntas
Mi intención no es darte respuestas, es inspirarte a que encuentres tus preguntas.
Un lugar donde al leerme puedas sentirte acompañada.
Donde tú también puedas volver a ti.
Este espacio es para ti si:
Estás en “go go go” y necesitas un break, pero no sabes por dónde empezar
Quieres sentirte más presente para ti, para tus hijos, para tus relaciones, tu día a día
Intuyes que algo necesita cambiar, pero no sabes qué ni cómo
Bienvenida.
Este es un lugar para volver a ti.
Un respiro a la vez.
<3 Andrea Sofía
P.S. Si algo de esto te tocó, compártelo con una amiga que también necesite un espacio así.