Cómo honrar a quienes vinieron antes
Más que una celebración de brujas
Hay fechas que abren portales.
Puertas invisibles hacia quienes vinieron antes de nosotros.
Cada año, cuando se acerca esta época, siento una conexión más fuerte con mis ancestros. Hace algunos años, cuando comencé a pensar en hacer el Camino de Santiago, mi abuela me dio una dirección escrita a máquina: la de mi tataratatarabuelo en Mallorca, del año 1888, donde vivió antes de que emigrara a Puerto Rico.
Meses después, en un lluvioso día de septiembre, logré encontrar esa dirección. Caminé por las calles empedradas con un sentimiento difícil de explicar, como si alguien me guiara para encontrarla. Le pregunté a las personas del área cómo llegar, y ellas le preguntaban a sus vecinos. Al escuchar que estaba allí buscando la dirección de mi pasado, salían de sus casas, curiosos y dispuestos a acompañarme en mi aventura.
La casa era pequeñita, hoy día un anexo de otra mucho más grande. No había nadie, así que tomé varias fotos para enviárselas a mi abuela y continué curioseando por el pueblo.
Terminé en el cementerio local, donde había fotos en las tumbas. Me rodeé por primera vez de mis apellidos maternos y paternos. Descubrí que los ancestros de mis padres (algo que ellos no sabían) vivían a solo 30 minutos el uno del otro. Descubrí que ambos sembraban naranjas, y al caminar sentí cómo la fragancia cítrica me llevaba por el camino de tierra.
Sentí una paz al imaginar que, si ambos antepasados se hubiesen quedado en la isla, era muy posible que mis padres se hubiesen conocido en ese camino. En este multiverso, se conocieron en un trabajo en la capital de Puerto Rico, pero en este en el que caminaba, se conocieron cultivando higos y naranjas… y de alguna forma también iba a existir yo.
Unas semanas más tarde, comencé mi camino desde Francia y, tras muchos días de caminar, el 30 de octubre llegué a Santiago de Compostela. Justo a tiempo para Halloween.
Para muchos, Halloween es una fiesta, y aunque soy la primera en decir que sí a disfrazarme, los días después tienen un significado más profundo. El 1 y 2 de noviembre, el Día de los Muertos y el Día de Todos los Santos, son momentos para recordar, agradecer y honrar las raíces que nos trajeron hasta aquí.
Aunque en Puerto Rico no se celebra formalmente el Día de los Muertos, cada año busco una manera simbólica de reconocerlo. Es mi forma de mantener viva la conversación con quienes ya no están, pero siguen presentes en cada decisión y cada vez que me pregunto por qué soy como soy.
En la Catedral de Santiago, encienden el botafumeiro en fechas especiales: Navidad, Pascua y, como ya se imaginan, el Día de Todos los Santos. El humo del incienso se eleva como un puente entre mundos. Siento que honramos no solo la memoria, sino también la continuidad: somos parte de algo mucho más grande que nosotros mismos, una pieza del rompecabezas. Tuve la dicha de concluir la primera parte del camino con mis ancestros en esta hermosa celebración. Ya la próxima parte- el resto del caminar hacia Finisterra, llegar al fin del mundo y cruzar un país completo- me tocaba solo a mí.
Te invito a tomar unos momentos mientras la energía de ambos mundos convive para honrar a quienes vinieron antes de ti y reflexionar en su legado.
Maneras de honrar a tus ancestros
Visita un cementerio local.
Lleva flores o limpia las tumbas. Si no tienes a tus ancestros cerca, ve de todos modos para ofrecer respeto; ese acto en sí ya es un gesto de conexión.
Crea un altar en casa.
Incluye fotos, elementos naturales (flores, hojas secas, piedras), velas y algo simbólico de su legado.
Mis ancestros de Mallorca fueron agricultores de naranjas, y en Puerto Rico, de café —por eso coloco semillas o frutas frescas en el altar.
Escucha su música.
Pon canciones de la época o del lugar donde vivieron. La música despierta memorias que a veces no son solo tuyas.
Prepara una receta familiar.
Cocinar algo que solían preparar es una forma hermosa de recordarlos a través del sabor.
Escribe una carta.
Permite que los pensamientos fluyan: escribe lo que agradeces, lo que has aprendido, o pregúntales por aquello que aún no entiendes. Puedes quemarla o guardarla como parte de tu altar. No te sorprendas si recibes una contestación.
Camina con intención.
Dedica una caminata o una meditación a ellos.
Honrar a nuestros ancestros no es solo mirar hacia atrás,
es reconocer que seguimos caminando el camino que ellos comenzaron.
¿Y tú?
¿Cómo honras a los tuyos?
¿Cómo, por un día, recuerdas a quienes vinieron antes de ti?
Te leo en los comentarios y en Instagram vía @andrea.sofia.alemany.




