Emprender es como tirarse de paracaídas
Emprender es como tirarse de paracaídas. Es lanzarse al vacío confiando en que ese paracaídas se va a abrir y que, de alguna manera, vas a llegar a un punto seguro. La diferencia más grande es que, al menos cuando saltas de un avión por primera vez, tienes a alguien que te sostiene. En mi caso, y en el caso de muchos que no tienen un ejemplo de emprender, ese acompañamiento no llegó hasta muchos años después, cuando decidí buscar un grupo de apoyo que me ayudara a ser más consciente de los pasos que estaba dando.
En el camino he aprendido muchísimo. Sí, todo se conecta, todo es una lección, todo se une. Pero no fue hasta que me atreví a unirme a una incubadora en persona, con mentores que me acompañaban semana tras semana, que descubrí que no estaba sola en este mundo del empresarismo.
Y mientras me preparo para mi primer pitch oficial de la versión beta de Un Respiro a la Vez (sí, esta que estás leyendo: este es el primero de muchos pasos), recuerdo la primera y única vez que me lancé de un paracaídas, hace ya 15 años.
Hoy confirmo que la forma en que haces una cosa es la forma en que haces todo. Ya sea una aventura extrema como lo es emprender… digo, lanzarse de paracaídas.
Lo último en lo que pensaba ese día era en dar el salto. Primero me enfoqué en manejar dos horas hasta el lugar. Después, en firmar los papeles donde literal ponía mi vida en manos de un extraño que decía haber hecho esto al menos mil veces. Luego observé cómo mi amigo se lanzaba. Solo entonces me puse el arnés, me subí al avión, y miré el paisaje a mi alrededor mientras despegábamos. En ningún momento se me ocurrió pensar que estaba a punto de lanzarme desde 10,000 pies de altura. No quise distracciones ni chistes para “relajarme”. Solo respiraba y observaba el paisaje mientras se acercaba el momento.
Incluso, ni cuando me engancharon al instructor tándem, ni cuando abrieron la puerta conecté con lo que estaba a punto de hacer. De hecho, recuerdo pensar lo bonito que se veía el paisaje mientras abrían la puerta del avión.
No fue hasta que me dijeron: “Siéntate en la puerta” que en realidad capté lo que estaba a punto de pasar. Mi reacción salió del alma: “¿Qué? ¡No!”. Pero no quedaba de otra. Ya estaba ahí y tocaba lanzarse al vacío.
Te cuento esta anécdota porque la realidad es que, si me hubiese enfocado en ese salto desde el inicio, probablemente no lo habría hecho. Y yo realmente quería tirarme de paracaídas. Tocaba enfocarme en un paso a la vez.
Emprender ha sido exactamente eso: ir paso a paso, enfocándome en lo que toca ahora, con el deseo de vivir la experiencia, pero sabiendo que si lo pienso demasiado, no lo hago.
Un salto.
Un paso.
Un respiro a la vez.
Y quizás no se trate de emprender en tu caso. Tal vez tienes un sueño, un proyecto, una meta personal o hasta un salto cuántico que sabes que quieres dar, pero no estás segura de cómo hacerlo. El enfoque no está en todo lo que falta, sino en el paso que sigue.
El high de saltar en paracaídas me duró horas después de regresar a la tierra. Y con emprender, la verdad es que seguimos lanzándonos. La tuya puede ser otra historia, distinta a la mía, pero al final el proceso es el mismo: paso a paso, respiro a respiro, hasta atreverte a dar ese salto que sabes que quieres dar.
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