No se pueden hacer viejas amigas
Una reflexión sobre la nostalgia, los cambios y la fortuna de conservar viejas amistades.
No se pueden hacer viejas amigas.
Ese pensamiento me llegó mientras compartía con dos amigas que conozco desde high school. Han pasado más de veinte años y, aunque hoy estamos en capítulos muy distintos, seguimos en contacto: compartimos memes, desahogándonos por Whatsapp y planificando con toda la intención, aunque rara vez pasa, para vernos.
Ese chat se ha vuelto un refugio, aunque nuestras vidas hayan tomado rumbos tan diferentes. Es el lugar donde celebré el compromiso de Taylor Swift y al que escribo a cualquier hora cuando siento que no tengo a quién más contarle algo.
Esta semana nos vimos the old-fashioned way, en directo, y fue inevitable caer en la nostalgia. Recordamos aquellos años en que vernos no era un lujo que pasaba solo cada dos años.
Ya no están en mi día a día- ni yo en el de ellas, pero conocen tantas versiones de mí que saben cómo ayudarme a reconectar las piezas del rompecabezas cuando yo misma no las distingo.
Pasé mis veintes entre mudanzas, viviendo en tres continentes y empezando de cero cada dos o tres años. No fue hasta la pandemia que finalmente me quedé en un mismo lugar por más tiempo… y admito que me ha costado. Todavía estoy reaprendiendo a enraizar, a quedarme, a amar los pequeños momentos cotidianos.
Mientras yo saltaba de ciudad en ciudad, una de ellas pasaba sus años en hospitales, residencias y fellowships hasta hoy abrir su propia clínica. La otra viajaba por el mundo —a veces para encontrarse conmigo— mientras buscaba seguridad en trabajos corporativos.
Hoy tenemos visiones muy distintas de lo que significa la seguridad, de cómo nos relacionamos con la fe o con la política, de lo que implica regresar y quedarse en Puerto Rico. Vemos el matrimonio, la maternidad, incluso la idea de hogar desde perspectivas muy distintas. Y, muy probable, si nos conociéramos en este preciso capítulo de nuestras vidas, no seríamos amigas. Pero qué afortunada soy de saber que las tengo, aunque sea vía chat, compartiendo tantas diferencias.
Ellas han sido testigos de tantas versiones de mí que a veces me recuerdan partes que yo misma olvidé. Y creo que eso es lo que hace único de una vieja amiga: sostienen tu historia cuando tú no puedes verla completa.
✨ Te invito a pensar en esas amistades que llevan años en tu vida.
¿Qué aportan a tu presente?
¿Cómo te recuerdan quién eres y en qué momentos te sostienen?
Cuéntamelo en los comentarios, me encantará leerte.
Muy cierto lo que cuentas y que linda enseñanza de vida tener amigas de décadas que se aceptan en todas sus versiones.