¿Y si tus hábitos no tuvieran que ser perfectos?
Lo que he aprendido viviendo en diferentes lugares y comenzando de nuevo cada vez
Hay una energía en el otoño y en los constantes cambios que me lleva a reflexionar. Cada vez que estoy sola en un lugar nuevo, creando rutinas parecidas pero inevitablemente distintas, mi mente se abre a preguntas que en el día a día no siempre aparecen.
Pienso que este ritmo de vida viene de mi trabajo: uno que, cada ciertos meses del año, me lleva a vivir en un lugar distinto. Ahora mismo me encuentro en Boca Ratón, Florida. En otras ocasiones ha sido Barcelona o México. Y aunque a veces es retador empezar desde cero, lo reconozco como un regalo: tener tres o cuatro meses al año para observarme, recrear hábitos, experimentar con nuevas formas de vivir, y después volver a lo que llamo mi día a día con la oportunidad de integrar lo que haya descubierto junto a mi familia.
Pero al reflexionar más a fondo me doy cuenta de que, de alguna forma, toda mi vida adulta ha tenido este ritmo. Pasar temporadas sola, enraizar por un tiempo y luego volver a moverme se ha vuelto parte de mí.
Al observar este patrón, noto que casi cada año hay un espacio de renovación, de reset. En el 2021, por ejemplo, justo antes de comenzar este trabajo, fue cuando hice el Camino de Santiago. Allí descubrí lo que era crear hábitos diarios de la manera más sencilla posible: despertarme, caminar, comer, seguir caminando, conversar con personas, lavar mi ropa, cenar, dormir… y repetir. Día tras día. Por 35 días. Esa experiencia me enseñó lo poderosa que puede ser la consistencia, y cómo los hábitos más simples pueden convertirse en los más transformadores.

Desde que comencé a trabajar por mi cuenta, es decir, los últimos seis años, octubre me ha llevado a parar, a empezar de nuevo, a recrear hábitos y luego a volver a llevarlos a mi día a día como si yo fuera un experimento constante donde me pregunto si lo cotidiano es donde está la base, donde digo que estoy creciendo raíces, o si es en estas semanas de mucho silencio donde, luego de terminar las tareas del día, me la paso conmigo sosteniendo hábitos sencillos pero que me llenan: leyendo, escribiendo, caminando por parques, moviendo mi cuerpo y viendo Gilmore Girls por décima vez.
Es en esta parte, en este proceso, donde más he aprendido a estar conmigo. Y es desde aquí que he entendido cómo crear hábitos que se quedan contigo. Aquí te comparto cómo empezar.
1. Empieza pequeño
El error más común es querer hacerlo TODO de golpe.
Por ejemplo: decides ir al gym 5 veces por semana cuando en realidad solo vas 3 veces al mes, como mucho. Lo mismo con la alimentación: te dices “a partir de mañana voy a comer súper saludable”, y cuando no lo cumples sientes que has fracasado y terminas comiendo toda la chatarra o evitas hacer ejercicios por completo.
La verdad es que los hábitos que no haces son exactamente eso: hábitos. El no ir al gym es un hábito. El comer lo primero que aparezca también es un hábito. Si constantemente decides no hacer algo, eso se convierte en tu patrón. Por eso, lo importante no es la cantidad de veces que lo haces, sino la constancia con la que regresas.
Empieza fácil: ve una vez más al gym de lo que acostumbras, cambia una comida en tu día por una opción más saludable. Perdónate cuando no lo logres y sigue adelante. El hábito se construye en la práctica repetida, no en la perfección.
2. Acompaña un hábito con otro
Esto también se conoce como Habit Stacking: comienza a hacer un hábito nuevo sobre algo que ya haces todos los días.
Por ejemplo:
Mientras te cepillas los dientes, observa cómo te sientes y agradece 3 cosas de tu día.
Mientras manejas, escucha una meditación.
Antes de tomar café, bebe un vaso de agua.
La clave es aprovechar rutinas que ya existen para que el nuevo hábito no requiera esfuerzo extra. Con el tiempo, se vuelve automático, parte de tu día a día, como si siempre hubiera estado ahí.
3. Hazlo en comunidad
Hay algo mágico en rodearte de personas que están en la misma vibra que tú. Grupos, amistades o comunidades que te inspiran, te mueven y te motivan a levantarte, a salir del apartamento y probar cosas nuevas.
Es más difícil abandonar un hábito cuando sabes que alguien te espera o que formas parte de un grupo. Por eso funcionan los running clubs, los entrenamientos en grupo o incluso tener un amigo con quien compartir tu progreso. La energía compartida sostiene lo que a solas se hace cuesta arriba.
En mi caso, aprendí a tomar cursos en diferentes ciudades: de yoga en Medellín, de escritura en Barcelona, de fotografía en Beirut… cualquier cosa que me llame y me saque de mi casa. Aún estoy en busca de qué es lo que me llama en este lugar, pero en lo que lo encuentro, salgo a correr y a escribir en cafés.
4. Paga por accountability
El dinero puede ser una herramienta poderosa para recordarte cuáles son tus prioridades.
Por ejemplo, una amiga agenda y paga todas sus clases de pilates por adelantado, con un mes de anticipación. ¿Qué pasa? No falta nunca. Porque perder esa clase le duele más que quedarse en la cama.
Invertir en algo que te comprometa te ayuda a llegar incluso cuando no tienes ganas:
Clases prepagadas
Un coach o mentor
Membresías o programas que realmente te sumen
Tus gastos muestran tus prioridades. Permite que tu dinero refleje las metas que quieres alcanzar o algo que te da curiosidad por aprender, no solo lo que te da satisfacción inmediata.
5. Añádete a tu agenda
Tus hábitos no pueden depender solo de la inspiración: necesitan estructura. Añádelos a tu calendario y respétalos como respetarías una cita médica o una reunión con tu jefe.
Agendar tus hábitos es una forma de recordarte que tú eres una prioridad. Si hace falta, pon alarmas, notificaciones o recordatorios hasta que ese espacio se vuelva natural.
No se trata de llenarte de tareas, sino de darle lugar a lo que realmente quieres construir en tu vida.
6. Sé flexible y ajusta
Crear un nuevo hábito es una elección constante. Si un libro que te propusiste leer no te gusta después de tres capítulos, cámbialo. Si una rutina matutina no te funciona, ajústala (hazla a la hora que quieras).
Lo importante es recordar que el hábito no es perfecto: eres tú adaptándote en cada etapa. Y en ese proceso, el perdonarte es parte esencial. No te castigues por lo que no hiciste; recuérdate que ahora tienes un nuevo hábito y comienza otra vez -cuantas veces sea necesario.
Crear hábitos sostenibles no se trata de controlarlo todo, sino de observar, experimentar y darte la oportunidad de probar qué funciona en cada temporada de tu vida. A veces tocará empezar pequeño, a veces apoyarte en otros, a veces soltar lo que no esta funcionando.
Yo estoy ahora en ese proceso: recreando hábitos, descubriendo cuáles se quedan y cuáles necesitan transformarse. Y si algo he aprendido es que lo más valioso no es la perfección, sino la práctica y el camino que tomamos poco a poco hasta sentirnos en paz.
Yo sigo experimentando y ajustando, y me encantaría saber de ti: ¿qué hábito quieres crear o recuperar en tu vida? ¿Y por dónde empezarías?